Oportunidades y desafíos de la nueva Revolución Agrícola

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El sector del negocio agrícola en el mundo vive un momento de transformación, y no solo en el campo de los negocios. Los cambios van desde la acelerada revolución tecnológica, las nuevas interrelaciones del comercio mundial, las crecientes demandas de sostenibilidad hasta la creación de la imagen del sector y de sus productos ante una gama cada vez más exigente y amplia de partes implicadas.

Grandes productores y exportadores agropecuarios, como Brasil, Argentina, México y la Unión Europea, están en el centro de esa revolución, con diferentes desafíos pero con la misma necesidad de modernizar su visión y su actuación para responder a las nuevas exigencias de la sociedad.

Brasil es un claro ejemplo de esa transformación. El país ha dejado atrás la condición de importador de alimentos de la década de 1970, para convertirse en el mayor exportador mundial neto de productos de origen agropecuario. Se generan más de 100 billones de dólares anuales en exportación, situando a Brasil a un paso de superar a Estados Unidos y a la Unión Europea como mayor exportador de productos agropecuarios en el mundo. 

La lista de productos vendidos al mundo está cada vez más diversificada. Y los mercados compradores también: desde los tradicionales importadores (como China, Estados Unidos, Unión Europea, Oriente Medio, Rusia y Japón) hasta nuevos grandes consumidores, como las pobladas India e Indonesia.

La expansión de la agricultura brasileña es el ejemplo de que el futuro del sector pasa necesariamente por dos premisas: la inversión en tecnología y el refuerzo del movimiento de conservación medioambiental y productividad sostenible.

En el campo tecnológico, el emprendimiento digital es la tendencia más reciente en el negocio agrícola, con una explosión de start-ups creadas en un corto periodo de tiempo. Las llamadas agtechs o agritecs se orientan principalmente a la gestión agropecuaria, liderando un movimiento claro de crecimiento del “Agro 4.0”.

Se multiplican los hubs de agtechs brasileñas y ya reúnen a centenares de empresas emergentes en polos distribuidos en todo el país. Con esas innovaciones digitales, es posible supervisar el clima, gestionar la aplicación de consumibles, el desarrollo de cultivos y comportamiento de los animales, entre otras muchas aplicaciones.

El negocio agrícola, brasileño y mundial, también avanza en un nuevo aspecto del emprendimiento, el de la bioeconomía. Una actividad que es al mismo tiempo lucrativa, sostenible y tiene un propósito claro: seguir alimentando no solo a los siete billones de habitantes actuales de este planeta, sino también a otros dos billones que todavía están por venir, en la primera mitad del siglo actual.

“Pocos países del mundo tienen la posibilidad de reincorporar a su sistema productivo los cerca de 70 millones de hectáreas de pastos deteriorados en el pasado”

Por otro lado, la trayectoria de crecimiento del negocio agrícola en países como Brasil enfrenta desafíos de reputación y denuncias de agresión al medioambiente, surgiendo una narrativa negativa de que el avance de la producción está estrechamente asociado al desmantelamiento de biomas, como el del Amazonas. El sector ha afirmado en su defensa que Brasil no necesita talar un solo árbol para expandir su producción. Pocos países del mundo tienen la posibilidad de reincorporar a su sistema productivo los cerca de 70 millones de hectáreas de pastos deteriorados en el pasado por una ganadería extensiva, y hoy decadente, y transformarlos en un sistema nuevo de integración agro-pecuaria-bosque, fundamento de una nueva agricultura de baja emisión de carbono, ya en plena evolución.

Y como afirma Roberto Rodrigues, exministro de Agricultura: para fortalecerse, el negocio agrícola debe ser sostenible pero, sobre todo, mostrarse sostenible ante los restantes socios en el mundo. En ese sentido, surgen numerosos ejemplos que demuestran cómo la actuación social va ganando fuerza en el sector privado. Un caso es el del Grupo Scheffer, uno de los principales productores de granos de Brasil, que también opera en el sector ganadero, que acaba de cerrar un “pacto verde”, financiación supeditada a metas de sostenibilidad, con un banco internacional. La operación está vinculada al éxito del grupo, para que pueda duplicar de aquí al 2023,  el área de producción en el que se utilizan tecnologías de agricultura regenerativa.

“Nuestra meta es reducir cada vez más el uso de productos químicos, ampliando el uso de productos biológicos contra plagas y enfermedades agrícolas. En la cosecha 2019/20, el uso de químicos en nuestros cultivos de soja disminuyó un 53% y, en las áreas de algodón, la caída fue del 34%, sin alterar los índices de productividad”, afirma Guilherme Scheffer, director del grupo.

En este caso, la agricultura regenerativa propone un modelo de cultivo del suelo disminuyendo el uso de consumibles químicos y apostando por conservar los ecosistemas. 

La agricultura tropical, como la brasileña, no puede compararse con la practicada en el Hemisferio Norte. La agricultura en el sur del mundo, sin invierno, tiene el privilegio de producir dos cosechas por año en una misma área y, en algunos casos, hasta tres. Pero necesita convivir con el calor todo el año y, en consecuencia, la proliferación de plagas perjudiciales con potencial para destruir cultivos también todo el año. Incluso así, progresivamente, va disminuyendo la necesidad de utilizar productos fitosanitarios en los cultivos, ya sea por la mejor supervisión de plagas o el avance de la tecnología de las agtechs, como por el avance del uso de los insecticidas biológicos.

“La imagen socio-medioambiental de países como Brasil debe mejorar, sobre todo en un mundo que tiende a ser cada vez más proteccionista en la era posterior a la pandemia”

Esa nueva “Revolución Verde” responderá al crecimiento de la demanda mundial de alimentos, que no para de crecer. El desarrollo de nuevas variedades de semillas de mayor potencial de rendimiento y con mayor resistencia a la sequía, plagas y enfermedades es fundamental para garantizar el rápido aumento de la productividad de los cultivos y, así, responder rápidamente al aumento de la demanda mundial de alimentos. 

“Vamos a combinar una agricultura eficiente y responsable con el medioambiente”, afirma Paulo Herrmann, presidente en Brasil de una de las mayores industrias de máquinas y equipos agrícolas del mundo, la americana John Deere. El ejecutivo defiende que el país continúe creciendo en el negocio agrícola, al mismo tiempo que cuida del medioambiente, luchando contra las quemas y el desmantelamiento ilegales. 

Son cuestiones relevantes para el negocio agrícola y que deben comunicarse de forma adecuada. Todos coinciden en que la imagen socio-medioambiental de países como Brasil debe mejorar, sobre todo en un mundo que tiende a ser cada vez más proteccionista en la era posterior a la pandemia.

En virtud de lo anterior, se plantea un reto básico para la consolidación del sector del negocio agrícola, en especial entre los mercados emergentes. La creación de un mensaje que contemple y consolide un posicionamiento de gestión más moderno, en sintonía con lo que los importadores y diferentes interesados en el mundo están demandando.

A día de hoy todavía falta un mensaje eficiente y consolidado que sea el hilo conductor de los avances experimentados recientemente por el negocio agrícola. El desarrollo de ese mensaje pasa necesariamente por entender que la “Revolución Verde” promovida por el campo camina de la mano con el movimiento ESG (compromiso medioambiental, social y de gestión), exigido por los inversores, por los socios empresariales, por los consumidores y por la sociedad. Aunar esfuerzos con otros protagonistas que actúan en el tema de la sostenibilidad es esencial para mejorar el atractivo de su mensaje.

Para que el nuevo negocio agrícola siga avanzando a escala mundial, es esencial saber unificar visiones para proponer un mensaje definitivo que no entiendan únicamente los implicados que actúan directamente en ese mercado, sino también los que pueden influir en otros públicos.

“A día de hoy todavía falta un mensaje eficiente y consolidado que sea el hilo conductor de los avances experimentados recientemente por el negocio agrícola”

Una nueva “Revolución Verde” en curso

 

El mundo sigue necesitando una nueva “Revolución Verde” para responder a la creciente demanda de alimentos, ya sea mediante el crecimiento vegetativo de la población o por el aumento de su renta, como es el caso de China.

La primera “Revolución Verde” es la que tuvo lugar tras la Segunda Guerra Mundial, con el descubrimiento de los defensivos agrícolas químicos y el desarrollo de nuevas variedades de semillas más productivas, adaptadas a países tropicales, y que le valió un Premio Nobel al científico norteamericano Norman Borlaug. 

La aparición reciente de la biotecnología, con el desarrollo de nuevas variedades de semillas genéticamente modificadas, marca el inicio de la nueva revolución. Pero, ¿la velocidad de sus avances está siendo suficiente? Empiezan a preocupar algunos indicadores nuevos de un desajuste entre la producción de alimentos, de crecimiento irregular, y un aumento de la demanda más rápido y sostenido. Ya tenemos el ejemplo de China que, con su crecimiento económico fuerte y sostenido, está generando un aumento progresivo de la renta de su población y el desarrollo de nuevos hábitos alimentarios con su urbanización. Esto ha supuesto un salto impresionante en su consumo de proteínas animales, como carnes, leche y huevos y, por ende, necesidades cada vez mayores de importación. 

Datos recientes apuntan a un escenario perturbador para un futuro muy próximo, con la aparición de “nuevas Chinas”. Empezando por la propia China. Según esos datos, la cantidad de familias de clase media debería duplicarse en China en los próximos 10 años. En India, la tendencia es de triplicación. Indonesia es otro país de gran población cuyo número de familias de clase media debería duplicarse en ese corto espacio de tiempo, siguiendo en menor proporción Rusia, México y el propio Brasil, todos países muy poblados. Esto significa un impacto enorme en el potencial de demanda de alimentos como las proteínas animales.

En cuanto a la producción, sobran interrogantes sobre su capacidad de responder con la misma velocidad al crecimiento de esta demanda.  El mundo agrícola no estaba preparado para el rápido crecimiento de la demanda de China y de otros grandes países emergentes, tal como ha admitido recientemente un alto ejecutivo de Bayer.

Sí, se necesita una nueva “Revolución Verde”, según la empresa, porque tampoco estaban en el radar la amenaza del cambio climático, la aparición de nuevos tipos de plagas y enfermedades en las plantas o el creciente uso de productos agrícolas para la producción de biocombustibles, como el etanol de caña o el maíz o también el biodiésel de soja, además de las limitaciones medioambientales como la prohibición de nuevas deforestaciones.

El desarrollo de nuevas variedades de semillas de mayor potencial de rendimiento y con mayor resistencia a la sequía, plagas y enfermedades es fundamental para garantizar el rápido aumento de la productividad de los cultivos y, así, responder rápidamente al aumento de la demanda mundial de alimentos que se prevé. 

Países como Brasil son algunos de los pocos con capacidad para afrontar este nuevo reto. Solo nos queda por saber cómo se va a transformar el negocio agrícola para responder a esa revolución.

Autores

Silmar Müller
Agnaldo Brito
Cleber Martins

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